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Diarios de ansiedad

Ayer me volvió la ansiedad, esta vez con forma de: Impaciencia, las horas van muy lentas, tristeza, ira, odio, asco, estoy hasta el coño de vivir así, con estos desbarajustes. Espero poder llegar a entender algun día por qué leches se provoca todo esto. Es una puta pesadilla. Ayer me tomé 5 orfidales de 1 mg, me vi 4 películas de drama - comedia y el día lo finalicé medio bien. Hoy me he vuelto a despertar con ansiedad. Síntomas: Desorientación, no tengo 100% claro que estoy en mi habitación. Noto saltos en el tiempo, como si no fuese lineal, es muy extraño, estoy escribiendo y es como que mi  cabeza se va y para volver no recuerdo muy bien si lo que ha pasado ha sucedido o no. Sigo con náuseas, ira, asco, me da todo asco. Quiero puntualizar que me va a bajar la regla y le he quitado un cuarto de pastilla al lantanon, ese puto veneno. Odio las pastillas, me ponen malísima. Me pondría a dar puñetazos en el teclado, siento odio hacia el mundo, hacia la vida por castigarme con este puto

El vacío

Hace algo más de un año me iba a Irlanda a estudiar inglés, sola, con los ahorros de trabajar 6 meses de teleoperadora. Tenía 33 años, me sentía una veinteañera y veía un mundo de posibilidades abierto ante mí. Diez meses más tarde empecé a no encontrarle sentido a la vida, a compararme con todo mundo, a ver que todos tenían una vida con cierto sentido menos la mía, mi trabajo cuidando los wc´s en una discoteca acabó por minar mi autoestima. Salía cada día feliz de mi casa, intentaba encontrarle ese sentido, pero al final no pude. Y un día ya no me pude levantar. Hoy estoy aquí encerrada en mi habitación, donde llevo ya casi 3 meses, sin ninguna ilusión por nada, por nadie, un vacío que jamás había sido tan abismal, siento que no tengo una vida, me siento una casa sólo con tejado, no tengo cimientos. Me da miedo cualquier movimiento, tengo terror a volver a sentir ansiedad, síntomas psicóticos, me da miedo el mañana, y pensar qué voy a hacer hoy. Creo que toda mi vida había estado

La paroxetina fríe el cerebro

Después de estar tres meses teniendo que beber vino para poder dormir, me encontraba en el centro psiquiátrico, donde me probaron todo tipo de pastillas que pudiesen hacerme conciliar el sueño de nuevo. Ansiolíticos, hipnóticos, antipsicóticos, antidepresivos... De todo un poco. Las tres primeras noches no dormí absolutamente nada, tenía que llamar a la enfermera de guardia a que me diese una pastilla de rescate cada hora, pero de poco me sirvieron los rescates; hasta que a la cuarta noche dieron con la combinación que por fin me hizo dormir: Zolpidem 10 mg y lantanon 10 mg. Fue lo único bueno que saqué de ese ingreso. Recuerdo que el primer día, cuando me empezaron a pautar la medicación, sentía que se me estaba derritiendo el cerebro y se me desparramaba por los lados, intenté escribir lo que sentía pero se me hacía una hazaña imposible sostener el bolígrafo, no podía fijar la mirada en ningún sitio, me daban tics todo el rato, se me salía la mandíbula y me temblaban las manos.

Amor enfermizo

El primer chico del que me enamoré de verdad era adicto a la heroína. Yo tenía 17 años. Había estado liada con muchos chicos antes de los cuales me había acostado con dos, pero hasta ese momento, no me había enamorado. La primera vez que lo vi fue amor a primera vista por parte de ambos, de hecho sentí que lo conocía de una vida pasada o algo así, y esa misma noche me pidió salir. Aún hoy, 12 años después, siento aquella noche como mágica y maldita. Yo andaba en una nube con él, era guapísimo y uno de los chicos "populares" y malotes de la ciudad, y eso me ponía a mí al mismo nivel, sentía que la gente de mi entorno me miraba con respeto, y yo, acostumbrada a no ser gran cosa, tenía el ego por las nubes. Pero él no me hacía ni caso las primeras semanas  y yo andaba desesperada, me entra mucha ansiedad cuando no me hacen caso, hasta el extremo de llegar a vomitar o meterme ansiolíticos por un tubo para bajar las revoluciones. Un día de los muchos en que quedamos y se

Ingreso en el psiquiátrico

El día que ingresé en el centro psiquiátrico, estaba acojonada. La psiquiatra que me había tocado, la hijísima de fundador del centro, me dio muy mal rollo. Su despacho era grande como un salón de actos, y muy tétrico, lleno de cuadros de familiares, y decorado rollo el comedor de mi abuela pero en lujoso. Ella iba con una muleta, se las quería dar de buena onda conmigo, pero no coló en ningún momento,y yo tenía claro que nos quería vaciar el bolsillo. Me dijo que sólo me iban a tener 3 días para ver si mejoraba de mi depresión leve (¿tres días? ¿a quién pretendía engañar?). Mi madre la creyó firmemente y me pidió que ingresase por ella. Con el dinero que pagaba por estar un día allí me podría ir a Londres una semana. Conocí a uno de los enfermeros, y me pareció el típico cani, con el nombre de su hija tatuado en el antebrazo bien grande, seguro tenía un coche tuneado y escuchaba bakalao, me dijo que allí iba a estar muy bien, que no me preocupase por nada. Me sonó todo al típico dis

Así comenzó todo

De repente me despierta alguien que no conozco, estoy algo desubicada porque he bebido bastante vino, entonces caigo en la cuenta de que es personal de urgencias del hospital y entro en pánico. Mi padrastro está sentado en mi cama y me abrazo a él llorando como una niña, estoy aterrada y no entiendo nada. Esto sucedió hace algo más de dos meses, un mes antes de que me diagnosticasen trastorno límite de la personalidad o borderline. Llevaba varios meses bebiendo vino para poder dormir, y nunca pensé que fuese algo grave. Sí que me había planteado dejarlo por el miedo a llegar a ser alcohólica, y lo pude dejar durante algunas semanas, pero el insomnio y la ansiedad eran insoportables y volvía a recaer, hasta el día que se me fue de las manos y me tuvieron que hacer un lavado de estómago. Parece ser que había tomado una barbaridad de benzodiacepinas, pero yo no recuerdo tomar más que un dormodor, y beber vino... Ese fue el día que cambiaría mi vida, y de los que más me avergüenzan. Mis